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Estos días de viento conviene extremar las precauciones en el gremio solar, así que aprovechamos la ocasión para pedir cautela a empresas e instaladores.

Dependiendo de la intensidad del viento, las consecuencias pueden variar entre el desprendimiento de los paneles, daños estructurales, escombros voladores, caídas mortales… el tema es serio.

Nuestro equipo de instaladores nos comentaba ayer que estuvieron pendientes del anemómetro durante una entrega logística con grúa (si no te suena el término, el anemómetro es un aparato meteorológico utilizado para medir la velocidad del viento y así participar en la predicción del tiempo). Situaron el aparato en en la punta de la pluma para medir la velocidad del viento y tomar la decisión de si seguir o paralizar la entrega.

Según la NTP 448 (Notas técnicas de prevención) la fuerza máxima del viento a la que deberíamos bajarnos de una cubierta o plataforma de trabajo es de 45 – 50 km/h, pero no es obligatorio. El Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo (INSHT) nos recomienda NO EFECTUAR TRABAJOS en caso de que el viento superase los 50 km/h.

Las alertas de viento son un recordatorio importante para quienes tienen instalaciones de energía solar. Si bien los paneles solares están diseñados para ser duraderos y resistentes (la mayoría de los sistemas fotovoltaicos están diseñados para resistir velocidades de viento de hasta 160 km/h), es esencial seguir las mejores prácticas de instalación y mantenimiento para garantizar su integridad y funcionamiento óptimo.

El uso de dispositivos como el anemómetro no solo mejora la seguridad de los sistemas solares, sino que también permite una gestión más eficiente de la energía, ayudando a reducir el riesgo de daños y optimizando el rendimiento de las instalaciones a largo plazo.

La energía solar es una inversión a largo plazo, y una instalación segura y bien mantenida garantiza no solo un rendimiento eficiente, sino también la seguridad de quienes dependen de ella.

 

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