El pasado 28 de abril a las 12:33h, más de 45 millones de personas en la Península Ibérica sufrimos un apagón eléctrico total. En tan solo 5 segundos, el sistema colapsó perdiendo 15 GW de potencia instantánea, lo que representaba el 60% de la demanda en ese momento.
Aunque el incidente no tuvo consecuencias catastróficas gracias a que ocurrió a media mañana en un día soleado, lo sucedido marca un antes y un después en la seguridad del sistema eléctrico español.
¿Qué pasó exactamente?
Dos desconexiones de generación en el suroeste peninsular provocaron una caída súbita de tensión, que derivó en una oscilación de frecuencia crítica. Esta perturbación activó protecciones automáticas en cascada, desconectando generación y consumo en cuestión de segundos. Como medida de seguridad, la red francesa se aisló, dejando a España y Portugal como una isla energética incomunicada.
Ese día, la energía solar cubría el 75% de la demanda nacional, especialmente desde regiones como Extremadura, donde se concentra una parte significativa de la capacidad fotovoltaica del país. A pesar de que ya hemos alcanzado en otras ocasiones un 100% de cobertura con renovables, la diferencia esta vez fue la ausencia de inercia en el sistema.
¿Qué es la inercia en el sistema eléctrico?
Te lo explicamos como los libros «Para Dummies»: Piensa en la red eléctrica como una bicicleta con pedales conectados a una rueda muy pesada. Cuando pedaleas, esa rueda gira y aunque dejes de pedalear un momento, sigue girando sola por inercia. Esa inercia ayuda a que la bici no se detenga bruscamente si dejas de darle fuerza por un instante.
En los sistemas eléctricos tradicionales (como las centrales térmicas, nucleares o de carbón), hay grandes máquinas que giran (turbinas y generadores), y su movimiento aporta inercia al sistema eléctrico. Si de pronto hay un fallo o se desconecta algo, esa inercia ayuda a mantener estable el sistema durante unos segundos hasta que se compensa el problema.
¿Qué pasa con la energía solar fotovoltaica?
Los paneles solares no tienen partes que giren. La electricidad que generan es «electrónica», no mecánica. Eso significa que no aportan inercia al sistema.
Es como si en la bici quitamos la rueda pesada: en cuanto dejas de pedalear, se para en seco. Eso hace que el sistema eléctrico sea más sensible a fallos o cambios bruscos, porque no tiene ese “colchón de inercia” para estabilizarse.
¿Por qué esto puede ser un problema?
El sistema eléctrico está diseñado para resistir la falla de un solo componente importante, lo que se llama criterio n-1. Por ejemplo: si se apaga una central eléctrica o se corta una línea de alta tensión, todo debería seguir funcionando sin apagones.
Pero si hay varios fallos seguidos o a la vez, y encima el sistema depende casi totalmente de renovables sin inercia, entonces:
- La frecuencia de la red (que debe ser muy estable, como un metrónomo) puede desestabilizarse.
- Las protecciones automáticas pueden desconectar más partes del sistema, empeorando la situación.
- Esto puede llevar a apagones generalizados.
Renovables sin respaldo: el talón de Aquiles
Las tecnologías renovables no síncronas, como la solar fotovoltaica, no aportan inercia al sistema, a diferencia de las tecnologías convencionales (ciclo combinado, nuclear o hidráulica con alternadores síncronos). Sin inercia, el sistema es vulnerable a cambios bruscos de frecuencia y tensión. Si bien la red está diseñada con el criterio de resiliencia n-1, una concatenación de fallos puede ser suficiente para derribar todo el sistema.
Esto no es un fenómeno aislado: California, tras su gran apagón en 2021, comenzó a incorporar baterías, condensadores síncronos y controladores de estabilidad para compensar la variabilidad renovable. En España, aún no hemos acompañado el crecimiento renovable con sistemas de soporte equivalentes. Contamos con más de 45 GW de energía solar, según SolarPower Europe, respaldados solamente con 800 MWh de baterías conectadas a la red, es decir, menos del 2%.
España: isla energética en una Europa interconectada
A este déficit técnico se suma un problema estructural: la baja interconexión eléctrica de España con Europa y Marruecos. Las actuales interconexiones representan apenas un 2,8% de la potencia instalada, cuando la UE recomienda un mínimo del 10%. En caso de emergencia, como se ha demostrado, no hay capacidad suficiente para que Francia o Marruecos actúen como respaldo inmediato.
Durante el apagón, Francia ayudó parcialmente a reactivar la red en el noreste peninsular, mientras Marruecos lo hizo en el sur. Sin embargo, la recuperación completa se logró gracias a las actuaciones inmediatas de Red Eléctrica de España y a la rápida respuesta de centrales de ciclo combinado e hidráulicas, mientras que las nucleares tardaron más por protocolos de seguridad.
¿Y ahora qué?
Este evento debe ser una llamada de atención para todo el sector. La transición energética no puede hacerse sin reforzar la estabilidad del sistema. La incorporación masiva de renovables exige inversiones urgentes en:
- Almacenamiento eléctrico (baterías a gran escala).
- Sistemas de inercia sintética o síncrona.
- Redes inteligentes de protección y control.
- Interconexiones internacionales reales y eficientes.
El crecimiento renovable es imparable, pero debe ir acompañado de robustez técnica, planificación estratégica y refuerzo estructural del sistema eléctrico. No basta con instalar más potencia renovable: debemos ser capaces de gestionarla con garantías.
¿Y tú, qué opinas? ¿Estamos preparados para un sistema 100% renovable? ¿Cómo debería evolucionar el mix energético español para ser seguro, sostenible y estable?